AUTOEVALUACIÓN DOCENTE. UN MOMENTO PARA REFLEXIONAR SOBRE NUESTRA PRÁCTICA


Por Graciela Simari y Mónica Torneiro

Finalizamos el año escolar y ya definimos la calificación, promoción y acreditación de nuestros alumnos. Es un buen momento para reflexionar sobre nuestra propia práctica. ¿Qué entendemos por evaluar? La palabra evaluación nos remite a experiencias vividas cargadas emocionalmente que han dejado huella en nosotros en relación a lo que entendemos por evaluar y cómo juegan sus roles el evaluador y el evaluado. En el ámbito educativo, “evaluar se volvió sinónimo de control autoritario y externo sobre los otros” por eso suele generar miedos, inquietudes y resistencias.
El autor español, Miguel Santos Guerra señala que la evaluación puede responder a los intereses del evaluador, cada uno evalúa lo que desea, en la forma y momento que lo considere, con los instrumentos que decide convenientes y la usa con el fin que se proponga. “El poder es tan grande que permite catalogar éticamente, determinar explicaciones causales en forma arbitraria, justificar decisiones y clasificar (…)”Juzgar, medir, clasificar, evaluar forman parte de nuestro repertorio de acciones cotidianas, y no sólo en la escuela sino también en la vida, ya que vivimos evaluando.

sábado, 22 de octubre de 2011

Autoevaluación docente. Un momento para reflexionar sobre nuestra práctica

Por Graciela Simari y Mónica Torneiro

Finalizamos el año escolar y ya definimos la calificación, promoción y acreditación de nuestros alumnos. Es un buen momento para reflexionar sobre nuestra propia práctica. ¿Qué entendemos por evaluar? La palabra evaluación nos remite a experiencias vividas cargadas emocionalmente que han dejado huella en nosotros en relación a lo que entendemos por evaluar y cómo juegan sus roles el evaluador y el evaluado. En el ámbito educativo, “evaluar se volvió sinónimo de control autoritario y externo sobre los otros” por eso suele generar miedos, inquietudes y resistencias.
El autor español, Miguel Santos Guerra señala que la evaluación puede responder a los intereses del evaluador, cada uno evalúa lo que desea, en la forma y momento que lo considere, con los instrumentos que decide convenientes y la usa con el fin que se proponga. “El poder es tan grande que permite catalogar éticamente, determinar explicaciones causales en forma arbitraria, justificar decisiones y clasificar (…)”Juzgar, medir, clasificar, evaluar forman parte de nuestro repertorio de acciones cotidianas, y no sólo en la escuela sino también en la vida, ya que vivimos evaluando.
La evaluación se sirve de valores como la justicia, la honestidad, pero también es vulnerable de correr el riesgo de tomarse como un arma de poder y sometimiento. Por eso debemos elaborar rigurosamente los criterios de evaluación para evitar que evaluar constituya un medio de control o, como dice Santos Guerra, un instrumento de opresión.
La evaluación es un instrumento para repensar si lo que se hace en la escuela va por buen camino. Ella es una parte sustantiva del proceso de enseñanza-aprendizaje y posibilita obtener información sobre las prácticas pedagógicas para mejorarlas.
Stuffelbeam define a la evaluación como “el proceso de diseñar, obtener y proporcionar información útil para juzgar alternativas de decisión“(1971).
Al considerar la relación entre las tareas y decisiones no sólo estamos en condiciones de valorar el proceso de enseñanza-aprendizaje globalmente, sino que además podemos identificar logros y detectar posibles causas de desvíos con el propósito de diseñar estrategias para superar los problemas y afianzar los logros.
La calificación y certificación de los aprendizajes de los alumnos constituyen una instancia ideal para observar y analizar, también el proceso de enseñanza. “Es poco habitual utilizar la evaluación de los alumnos como indicador de la calidad de las prácticas docentes. Los niveles de logros de los alumnos son de enorme utilidad para el docente ya que constituyen una manera de obtener información acerca de los resultados de su propuesta y, en consecuencia, un insumo para la posible redefinición de sus prácticas”. (Frigerio G., 1995).
Si la evaluación va dirigida de arriba hacia abajo, pasa a ser una herramienta de control y de poder.Pero si lo que pretendemos es mejorar la calidad educativa no sólo hay que evaluar a los estudiantes sino, fundamentalmente, nuestro rol y tarea como docentes. Aún más, la evaluación debe atravesar todos los niveles e implicar a todos los actores institucionales.
Indagar acerca de nuestra propia praxis exige realizar una rigurosa autoevaluación.
En la escuela no es común hablar de autoevaluación ni que el docente se pregunte qué ocurre con su propia práctica.¿Cuántos docentes se autoevalúan? ¿Cuántos docentes se arriesgan a ser evaluados por otros sin sentirse “perseguidos”? ¿Qué docentes invitarían a sus pares para que los evalúen y luego conversar acerca de cómo está realizando la práctica en el aula? ¿Cuántos se prestarían a ser evaluados por padres, por sus alumnos y, sobre todo, por sí mismos con la mirada autocrítica y objetiva que se necesita para producir cambios?
La posibilidad de la autoevaluación desancla un poco esa postura sojuzgadora para teñirla de expectativas positivas y, sobre todo, de interés y de comprensión.
Santos Guerra dice que “la autoevaluación es un proceso de autocrítica que genera unos hábitos enriquecedores de reflexión sobre la propia realidad” es decir, es un proceso de problematización sobre la propia práctica profesional. Este proceso genera en el docente una inevitable ansiedad puesto que están en juego su autoestima y todas sus estrategias de enseñanza (Alicia Camilloni 1998).
Una escuela que desea ser equitativa y justa debe plantearse el verdadero significado de la evaluación, para qué se realiza, para quiénes, qué es lo evaluable y lo evaluado, quién evalúa, cómo, cuándo…La pregunta por el acto evaluativo da la oportunidad de abrir nuevos interrogantes.
La autoevaluación es un proceso reflexivo en el que cada sujeto es a la vez, observador y objeto de análisis. Así, el quién evalúa corresponde al propio docente; el qué, es el punto más problemático porque exige una mirada retrospectiva del propio ejercicio profesional, de las acciones, marcos conceptuales, metodologías, interacciones, etc. El cómo, refiere a numerosos instrumentos y procedimientos de investigación que pueden ponerse en juego al momento de evaluar.
La autoevaluación demanda el compromiso de los docentes, el equipo de conducción y de la institución en general y tal compromiso deberá promover que toda práctica acreciente los pilares fuertes de cada uno y ajuste aquellos puntos que se hallan debilitados o deficitarios.
Creemos que no existe el maestro diez, pero tampoco el maestro cero. La asignación de la puntuación máxima refleja una crítica autocomplaciente, condescendiente y superficial, que apunta más a la aprobación que a la investigación sobre la práctica. En estos casos la autoevaluación de fin de año no está implementada como herramienta para pensar nuestra propia práctica, para reflexionar sobre nuestra marcha docente, como apertura de dudas que permitan la reelaboración de nuestro accionar responsable, sino que está pensada como algo más para dar cumplimiento.
En algunas jurisdicciones, cada año llega una papeleta para la autoevaluación, un cuestionario impreso en el que figuran varios criterios para luego ser evaluados en el concepto de cierre de ciclo lectivo. Dicho paso está vivenciado- en la mayoría de los casos- como un trámite previo a sentarse en Dirección a conversar sobre el desempeño áulico durante el año escolar.
¿Por qué el acto de evaluar nos resulta un quehacer antipático?
Porque muchas veces se toma la evaluación para buscar exclusivamente los desaciertos y-lo incorrecto, es lo que nos dará el resultado del examen. Una evaluación así planteada obliga a hacerse cargo de lo deficitario. Más que posibilidades, se busca al chivo expiatorio que cargará con la responsabilidad de esos resultados.
Los logros, serán repartidos, pero los desaciertos, generalmente tienen un dueño exclusivo y, por qué no, unipersonal.
El hacerse cargo del proceso no debiera involucrar un castigo sino una posibilidad de reposicionamiento, de cambio. Es preciso tener en cuenta que la práctica docente no debiera medirse basándose en resultados cuantitativos sino cualitativos.
¿Pero cuál o cuáles debieran ser los parámetros para evaluar la práctica del docente?
¿Es la solución la relación comparativa entre objetivos y resultados logrados?
¿Cuáles serían los principios básicos e impostergables para la realización de la autoevaluación del docente?
Algunos de estos principios serían:
Utilidad: Que realmente la autoevaluación sirva para algo y se realice oportunamente.
Factilidad: Los criterios a aplicarse deberán ser lo suficientemente claros, razonables y sencillos de aplicar para que todo docente pueda entender que es importante autoevaluarse. Las mediciones debieran ser probables: ni arrojar imposibilidades ni tampoco certezas.
Ética: Entre las partes que intervienen en la evaluación estableciendo el compromiso que este acto participativo implica, desde la protección de los derechos del evaluado hasta la honestidad en los resultados.
Claridad: En cuanto al objetivo de su realización, el “para qué se realiza”, que se pretende con ella, teniendo en cuenta el contexto en el que se realiza y apuntando a la descripción tanto de lo deficitario como de las virtudes de la práctica.
Guardar correlato: Pues deberá:
-Responder a las necesidades de quienes se sirven de ella para mejorar la calidad educativa.
-Ser prospectiva y no invalidatoria
-Atender al proceso en sí y no exclusivamente a los resultados obtenidos.
Stenhouse (1984) afirma que lo que mejora la acción educativa no es tanto la investigación sobre los docentes sino la de los docentes al analizar su actividad.
¿Pero qué tendría que tenerse en cuenta en este análisis de la actividad docente?
De por sí es muy complejo enumerar aspectos sin dejar de lado otros. La práctica docente no solamente es compleja sino que se realiza inmersa en una realidad de alta complejidad en la que todo está cohesionado, relacionado. No se trata de una realidad lineal, sino en red, se trata de una totalidad.
Es por ello que será necesario seleccionar los aspectos más relevantes, los que estén orientados a la acción.“La autoevaluación docente es aquel proceso donde es el profesor el que recoge, interpreta y valora la información relacionada con la práctica personal. Es el profesor quien enmarca criterios y estándares para valorar sus principios, conocimientos, destrezas, eficacia… La autoevaluación del profesor/a es evaluación del profesor por y para el profesor” (Airasian, P. y Gullickson, A., 2000).
¿Qué dispositivos se pueden utilizar para realizar una autoevaluación?

1- La lista de control es un instrumento utilizado para registrar aspectos observados en la práctica. Se realiza un listado de ítems que se quieren evaluar, luego se tilda o señala con algún tipo de marca (cruz, punto) la presencia o ausencia de los aspectos a evaluar. Así, pueden indagarse el desempeño docente, las estrategias didácticas en los distintos momentos de la clase, el manejo y dinámica grupal, recursos, etc.
2- La escala de valoración es similar a la lista de control pero se acompaña por una ponderación que permita observar el grado en que se presenta el aspecto evaluado. Ésta debe ser definida previamente y puede ser: conceptual (S: Sobresaliente; MB: Muy Bueno; B: Bueno; R: Regular; I: Insuficiente), puede indicar la frecuencia con que produce el aspecto observado (Siempre; A veces; Pocas veces; Nunca) o puede ser de carácter numérico (escala de 0 a 5; 1 a 10 o cualquier otra numeración). Después de completar su autoevaluación, el docente se reúne con el equipo de conducción para evaluar conjuntamente el trabajo del año.
A modo de ejemplo se presenta una grilla de Autoevaluación Docente
Fecha:……………………………….. Docente:……………………………..
Grado/Sección:…………………….. Institución:…………………………...

A- Aspecto Personal ( Sobre la base de S MB B R I )
1- Formación y Capacitación Profesional

Actualización profesional (cursos, talleres, seminarios, etc.)
Aplicación en el proceso de aprendizaje
Organización de la tarea didáctica

2- Relación con el grupo a cargo

Capacidad de percepción del grupo
Orientación y coordinación grupal
Seguimiento

3- Comunicación 

Con los alumnos
Con las familias
Con sus pares
Con el personal de conducción

4- Presencia personal y disposición
Puntualidad (horario de entrada y salida)
Asistencia
Prolijidad
Actitud personal
Creatividad
Disposición y colaboración
Compromiso con la tarea
Capacidad para trabajar en equipo

5- Actitudes de orden 

Orden en el aula
Cuidado del material didáctico
Control en desplazamientos y juegos
Utilización de estrategias para manejar las dificultades y conflictos

B- Aspecto Pedagógico-Didáctico

Selección de contenidos
Metodología
Logro de objetivos propuestos
Conducción de la clase
Manejo de las dificultades de aprendizaje
Utilización de recursos y tecnología
Seguimiento individual
Articulación hogar-familia-escuela

C-Aspecto Institucional-Administrativo
Registro de asistencia de alumnos
Libro de Firmas (Registro de asistencia docente)
Boletines
Carpeta didáctica (presentación, actualización)
Planificaciones y Proyectos
Reuniones de padres
Reuniones de personal
Actos y eventos institucionales
Informes y Legajos de alumnos
Actitud frente a sugerencias y observaciones.
Aspectos a destacar:…………………………………………………………………………….
Aspectos para seguir trabajando:………………………………………………………………
Observaciones:……………………………………………………………………….…………..
Concepto General: …………………………………………………………………….…………
……………………………… ….……………………….
Firma docente Firma Directivo

3- La carpeta o portafolio es un documento que retrata la evolución del proceso de enseñanza-aprendizaje. Los docentes puedan colocar una selección de los mejores trabajos realizados o experiencias significativas vivenciadas durante el año lectivo (puede hacerse por períodos). Permite identificar y reflexionar sobre los logros, obstáculos y errores detectados en el trabajo didáctico-pedagógico. Las presentaciones a incluir pueden ser: producciones escritas, gráficas, videos, fotos, etc.
Este instrumento promueve el diálogo y la autoestima, ya que incentiva el reconocimiento personal y disminuye la ansiedad que provoca la evaluación.
4- El diario es otro instrumento para indagar la propia práctica. Consiste en un registro escrito de las experiencias escolares a lo largo del curso. Los docentes pueden observar y registrar ordenadamente lo acontecido en su práctica de enseñanza y evaluación, para poder determinar las fortalezas y debilidades de las mismas y realizar las modificaciones que fuesen necesarias. Favorece la reflexión autónoma, ayuda a explicitar supuestos y posibilita diseñar estrategias de intervención para superar problemas desde nuevas perspectivas.
¿Para qué evaluarse a sí mismo?
•Para tomar conciencia de lo que se está haciendo y de los objetivos que se pretenden alcanzar.
•Para realizar las modificaciones correspondientes en las planificaciones atendiendo a los desvíos o dificultades que irán apareciendo en el proceso de aprendizaje.
•Para adaptar el Proyecto Institucional a las condiciones de la práctica docente.
•Para reflexionar sobre sus éxitos y sus fracasos basándose en esta reflexión a la hora de hacer modificaciones en su forma de enseñar.
•Para percibir fielmente y con honestidad su actuación en el aula.
•Para encontrarse con sus necesidades profesionales y buscar -o crear –estrategias para satisfacerlas.
Estrategias e instrumentos para la autoevaluación docente.

Fernández, Miguel EN “La profesionalización docente”y Airasian y Gullickson, en “Herramientas de autoevaluación del profesorado” sugieren:
• Autodescripción diferida
• Heterodescripción diferida
• Heterodescripción en directo
• Grabación de audio y/o video.
• Rastreo de los procesos de pensamiento y decisión del docente.
• Entrevista previa y posterior.

• Herramientas de autorreflexión
• Registro y análisis de los medios.
• Retroalimentación del alumnado
• Portafolios del profesor.
• Datos sobre la actuación del alumnado
• Solución de problemas basada en el diálogo.
• Observación externa de los colegas.
• Redacción de diarios de registro.

Indagando un poco más
A los docentes se los evalúa teniendo en cuenta las siguientes fuentes de datos:
-Rendimiento de los alumnos
-Opinión del alumnado
-Informes en cuadernos de actuación
-Opinión de los padres
-Trabajo con los colegas
-Actividad profesional
-Observaciones periódicas
-Cuestionarios de autoevaluación

Pero entre los ítems que sostiene Peterson (1997) no figura la autoevaluación docente. Sin embargo, si el docente se percibe como evaluador de su propia práctica, existe siempre la posibilidad de lograr cambios significativos en su accionar áulico.
Una escuela que crea y valora las condiciones institucionales para una concepción democrática de la evaluación prioriza los procesos de autoevaluación y propone un modo de construcción de conocimiento fundado, autónomo y crítico.
La autoevaluación no es una tarea fácil de realizar ya que el docente debe ser capaz de autocriticarse con el mayor grado de objetividad posible. Esto último posibilitará también que el docente se convierta en un agente receptivo capaz de estar abierto al juicio, la crítica y el cuestionamiento de evaluadores externos, como así también podrá accionar flexiblemente para operar cambios necesarios para su práctica.
Bibliografía
• Dussel, I. y Southwell, M. “Evaluar ¿Para qué, para quiénes?” Dossier Revista El monitor de la educación Nº 17 5ta. Época julio/agosto 2008.
• Santos Guerra, Miguel A. “Patología general de la evaluación educativa”. Publicación virtual. Universidad de Málaga.
• Santos Guerra, Miguel Ángel. “20 paradojas de la evaluación en la universidad española”. Revista electrónica http//www.uva.es/aufop/aufopweb.htm.
• Santos Guerra, Miguel A. “La evaluación como aprendizaje. Una flecha en la diana”. Bonum, 2007.
• Camilloni, Alicia; Celman, S., Litwin,E y Palou de Maté, M. “La evaluación de los aprendizajes en el debate didáctico contemporáneo”. Paidós, Bs.As., 1998.
• Camilloni Alicia. En Daoud Adrián “Propuestas de Autoevaluación Docente”. UTN.
• Frigerio, Graciela y otras.”Las Instituciones educativas. Cara y Ceca. Elementos para su gestión”. Ed. Troquel, 1995.
• Arena, M, y otros. Documento Final. Seminario Evaluación y Promoción en la Formación Docente. DGCE. Secretaría de Educación. Dirección Educación Superior.
• Airasian, Peter W. y Gullickson, Arlen R. “Herramientas de autoevaluación del profesorado”. Editorial Mensajero. Bilbao. 2000.
  • Autor: Graciela Simari |
  • 04-01-2009 |
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